📑 Metal Extremo Brasileño: cómo las bandas underground se convirtieron en una exportación de peso (literalmente)
Durante mucho tiempo, el metal extremo hecho en Brasil fue visto en el extranjero como exótico — una curiosidad ruidosa procedente de un país más asociado con samba, carnaval y fútbol. Pero esa fase quedó atrás. En los últimos años, las bandas brasileñas de death metal, black metal, doom metal y grindcore pasaron de teloneros a protagonistas en giras europeas, festivales extranjeros y hasta disputas por sello en el extranjero.
El fenómeno tiene nombre y apellido: persistencia y brutalidad tropical.
Más allá de Sepultura: la segunda generación que salió a la carretera
Si en la década de los 90 Sepultura abrió las puertas del mundo al metal brasileño, la generación que vino después entendió que era necesario plantar los dos pies en el fango y construir una escena paralela. Bandas como Krisiun y NervoChaos Demostraron que es posible ser más respetado fuera del país que dentro. En los años 2000 y 2010, nombres como Rebaelliun, Unearthly y Miasthenia Mantuvieron el flujo, demostrando que no era coincidencia: aquí el metal es sucio, rápido, agresivo y tiene personalidad.
Giras DIY: furgoneta, frío y cerveza templada
Lo que poca gente ve son los bastidores. El metal extremo brasileño en Europa se compone de conciertos en ciudades pequeñas de Alemania, Polonia y la República Checa. Picos de 500 personas, 200 camisetas vendidas, cambio en euros en efectivo. Furgonetas alquiladas cruzando fronteras en carreteras heladas, durmiendo en el sofá de un promotor, comiendo sándwich de la gasolinera. Y, aun así, cada noche parece una victoria — un grito en portugués ecoando en un sótano punk alemán.
¿Por qué allá afuera y no aquí?
Porque aquí falta estructura — y apoyo. Gran parte de las bandas que se hacen un hueco fuera de su país dependen de sellos europeos (Osmose, Season of Mist, Napalm) para prensar CDs, vinilos y organizar giras. Mientras tanto, en Brasil, la escena vive de colectivos autónomos, festivales gratuitos, colectas entre amigos y merch vendido de mano en mano.
Sin embargo, algo cambió: Las redes sociales acortaron distancias., y el orgullo de cantar en portugués se convirtió en diferencial. Miasthenia, por ejemplo, lleva leyendas indígenas y temas amazónicos a escenarios de Escandinavia. Bandas como Vulcano — un pionero que volvió con toda su fuerza — llenan casas underground en Finlandia. La nueva generación, como el Jupiterian (doom/sludge) y el Deafkids (noise/punk/metal), crea colaboraciones con artistas de otros estilos y llega a públicos alternativos, que no siempre son metalheads tradicionales.
¿Qué viene ahora?
2025 promete ser otro año de pasaportes sellados. Crypta, que consiguió giras con Morbid Angel y Arch Enemy, continúa abriendo puertas para bandas femeninas brasileñas. O Surra, con su crossover insano, actúa en festivales punk europeos y realiza colaboraciones en América Latina. Y hay toda una tanda de nombres listos para estallar: Hooligans del Anticristo, Cementerio, Patria, Torre Oscura y otros ya negocian fechas fuera del país.
El sonido que no pide permiso
Mientras buena parte del mundo todavía imagina a Brasil como el país del pandeiro, existe una multitud que prefiere blast beats, maquillaje cadavérico y riffs que cortan como cuchillo ciego. Al final de cuentas, el metal extremo brasileño es esto: un grito de supervivencia — tan ruidoso que ni el Atlántico puede sofocarlo.

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