📑¿Por qué pedir covers todo el tiempo es un tiro en el pie de la escena underground?
En el circuito underground, hay una escena que se repite en prácticamente cada show: una banda nueva, luchando por mostrar sus propias composiciones, sube al escenario de un bar, de una plaza o incluso de una calle sin salida. En medio de la presentación, ahí está él: el fan “graciosito” que grita desde el fondo del lugar ese pedido previsible — “¡Tocá un cover!” — como si fuera lo más natural del mundo.
A primera vista, esa actitud puede parecer inofensiva. Es fácil pensar: “¿Cuál es el problema con tocar un tema famoso para animar a la gente?” Pero detrás de esa supuesta inocencia, existe una amenaza real y constante al futuro de la música original y a la supervivencia de toda una escena independiente.
No hay nada de malo en que una banda rinda homenaje a sus ídolos. Los covers forman parte de la historia del rock y del metal, son puentes entre generaciones e inspiraciones asumidas. Pero un cover debe surgir de la banda, cuando siente ganas de revisitar un clásico que tiene significado para sus integrantes — no como una imposición del público. Cuando el pedido de un cover se convierte en regla, sofoca lo que debería ser lo principal: el trabajo propio.
Cada nueva generación de bandas termina, inevitablemente, comparada con las gigantes que abrieron el camino antes que ellas. Eso forma parte del juego. Pero cuando un artista independiente —que invierte tiempo, esfuerzo y guita para grabar, ensayar y llevar sus canciones a la calle— se ve obligado a adaptarse a un setlist de hits ajenos para ser “aceptado”, algo está profundamente mal.
Es justamente en los shows chicos, en los bares de barrio, en las plazas llenas de curiosos y en las calles olvidadas por la gran industria, donde la música nueva respira. Es ahí donde surgen sonidos, letras, discursos que incomodan —que desafían las fórmulas establecidas y reescriben la historia. Si la escena underground se transforma en un karaoke de clásicos, la rueda deja de girar. Y quienes perdemos somos todxs.
Para quienes aman la música de verdad, el mensaje es simple: valoren a las bandas nuevas por lo que son. Canten sus temas propios, compren el merch, compartan en las redes, denles apoyo. Y cuando extrañen escuchar ese clásico, hay un universo de bandas tributo, playlists y festivales temáticos dedicados a eso. Pero cuando el escenario pertenece a una banda con canciones propias, déjenla ser lo que es — sin ahogar su voz en nombre de una nostalgia fácil.
La música underground siempre fue resistencia, actitud y futuro. Respetar a quienes hacen su propio sonido es garantizar que nuevas historias sigan siendo contadas, lejos del ruido predecible del cover forzado. Así que, la próxima vez que te den ganas de pedir un temazo, respirá hondo —y escuchá lo que esta nueva generación tiene para decir.

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